miércoles, 1 de enero de 2014

who we are.


ANDREA RUANO F. (by JRS)

Cafeína. Un poco de morfina y pintalabios.

¿Has notado alguna vez que puedes hablar con alguien sólo con monosílabos y entender tanto como si las frases ocuparan veinticuatro líneas al ser escritas? Pues es exactamente eso lo que pasa.

Ojos ahumados y uñas negras, casi siempre.

Tiene las manos más bonitas de Salamanca. Seguramente no, pero a mi me gustan, como sus piernas, ambas, sí. La vida se hace a veces tan amarga que necesitamos, sobre todo cuando estamos juntos y nadie nos ve, más de cuatro cucharadas de azúcar en el té, mejor si es de naranja, o de canela y leche.

Ella no se esperaba el infierno, él tampoco se la esperaba a ella.
 Huele a frío. Sabe a tormenta y las perlas le dan risa.

Las normas están para romperse, y las cabezas, si ajenas mejor, también.
Así es que le escribo, ella me escribe; y así funciona.
Yo la hundo y ella me sumerge. Porque la melancolía compartida es más melancolía y menos pena.
Así es que nos escribimos, nos hundimos, nos sumergimos; y así funciona.

Ella no se esperaba el infierno, él tampoco se la esperaba a ella [otra vez].
Cafeína. Un poco de morfina y pintalabios.

Sálvese quien pueda





JOSE R. SEÑORÁN  (by ARF)
 Azul si fuera un color. 
Te dirá café, si le preguntas qué quiere beber. O eso, o un gintonic, con aceituna y un par de buenas canciones. 
Siempre sale de casa con una americana, y una bufanda. Y no sabría decirte si lo veo más guapo, con una camiseta de rayas, o envuelto en un jersey de lana. Tampoco me lo planteo, en realidad siempre lo está. 
Y no es una opinión. 

Es una maraña de rizos que te inspira tanta confianza, que sabes que puedes pasar de las risas a las lágrimas en menos de tres frases. Con un saludo, y una despedida. 

Es especialista en darle voces al sentido común sin plantearse nada más que vaciar los pulmones de golpe. Cuando alguien te dice de quedar para tomar un café y sabes que vas a acabar con más alcohol que sangre en las venas, dándole la espalda al mundo y desafinando en los acordes de la trigesimo cuarta canción del cuarto bar, sabes que lo has encontrado.
Cuando alguien como él le planta cara a los fantasmas, ellos se esconden detrás de la puerta, aunque sea por un rato. Y porque sabes que si te da un abrazo, estarás a salvo. Porque al menos los míos, los hijos de puta de todas las noches, ahora lo miran de reojo por si acaso sale a enfrentarse a ellos. 

Y porque si juntamos su infierno y el mío, sale la ecuación perfecta para un caos con nombre propio, y licencia para matar



Y los vivos se encuentran con los vivos; y los muertos con los muertos. A veces, los heridos curan a los locos, y los locos piensan por los cuerdos.

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